¿Zoólogo/ etólogo o pintor? El polifacético Desmond Morris

Es lo que me he preguntado muchas veces. Porque una cosa es cierta: Desmond Morris ha llevado dos vidas paralelas. Publicaba libros de mucho éxito y, a la vez, organizaba exposiciones de sus cuadros. He llegado a pensar que no tenía éxito en la pintura. Y reconozco que me he alegrado, porque si hubiera sido un Picasso, quizá nos hubiéramos perdido sus libros. Y esto hubiera sido perder mucho.

El mono desnudo

 Con este libro empezó el éxito de Desmond Morris en 1967. Y no sólo su éxito sino el de dos palabras: “mono” y “desnudo”. En otra entrada explicaré por qué algunos publicitarios de las editoriales pueden llegar a ser muy torpes.

Sigo conservando el ejemplar de la edición de bolsillo que editó Plaza & Janés, que he leído varias veces. También reconozco que el motivo que me hizo regresar a sus libros fue la lectura del Capítulo 17 de Qué dice usted después de decir “Hola”?, de Eric Berne, titulado «Los indicios del guión», que para mí representa una obra maestra sobre la Comunicación No Verbal. Y en concreto, la manera decidida y segura con que Berne comienza este Capítulo, que para mí constituye una diferencia profunda respecto de los psicoanalistas, acostumbrados muchos de ellos a no mirar a sus pacientes:

«El primer deber de un terapeuta de grupo, sea cual fuere el enfoque teórico que utilice, es observar todos los movimientos de todos los músculos de todos los pacientes durante todos los segundos de la reunión de grupo. Para conseguir esto, debería limitar el tamaño de su grupo a ocho pacientes como máximo, y tomar todas las demás medidas necesarias para garantizar que será capaz de cumplir este deber con la máxima eficacia posible.

Si escoge como método el análisis de guiones, el instrumento más poderoso que se conoce para el tratamiento eficaz en grupo, lo que está buscando primariamente con la vista y con el oído, son esos signos específicos que indican la naturaleza del guión del paciente y sus orígenes en la experiencia pasada y en la programación paterna. Sólo si el paciente “se sale de su guión” puede emerger como una persona capaz de vitalidad autónoma, creatividad, realización y ciudadanía». (Berne, 2002, PP. 354-355).

Entrando ya en el libro de Morris, también me he llegado a aprender de memoria algunos párrafos, que han ido resonando a través de los años:

«Esta rara y floreciente especie (la humana) pasa una gran parte del tiempo estudiando sus más altas motivaciones y una cantidad igual de tiempo ignorando concienzudamente las fundamentales».

Después, cuando resume las tres fuente principales de donde extrae su material, escribe lo siguiente:

«y 3) la información que puede reunirse mediante la observación sencilla y directa de las normas de comportamiento más fundamentales y más ampliamente compartidas por los ejemplares evolucionados de las principales culturas contemporáneas del propio mono desnudo».

Cuando el otro día escribí sobre la serie de televisión Miénteme, hice ver cómo Samuel Baum, el creador de la serie no mencionaba, en los títulos de crédito, que su serie hubiera sido imposible sin las ideas de Paul Ekman y Wallace Friesen.

Por el contrario, Desmond Morris agradece nada menos que a 47 colegas y amigos lo que le han ayudado. Por cierto, la segunda persona a la que menciona es David Attenborough, un zoólogo/etólogo que ha obtenido el mayor éxito con sus documentales durante más de treinta años. También, un excelente observador.

Durante años, El mono desnudo parecía haber desaparecido de las librerías. Y si la naturaleza aborrece el vacío, lo mismo ocurre con el saber. Cuando un libro se evapora, acaba apareciendo su versión en Internet. Como en Farenheit 451, la novela distópica que Ray Bradbury publicó en 1953.

Qua un libro aparezca colgado en Internet, puede convertirse en un indicador para que alguna editorial se decida a reeditar ese libro. Es lo que, a mi entender, ha ocurrido con El mono desnudo. La Editorial Planeta acaba de publicarlo en tapa dura. Es una buena noticia, porque así las nuevas generaciones pueden aprender, de verdad, comunicación no verbal, y no sólo algunas recetas basadas en esa comunicación.

El zoo humano

Fue el segundo libro que publicó Morris, en 1969. Para quien quiera aprender a observar a los grupos y cómo funcionan, para quien desee un estudio original sobre el poder o las diferentes funciones de comportamiento sexual- él distingue once- y para los estudiosos de Eric Berne que quieran ampliar sus conocimientos sobre lo que éste denominaba “hambre de estímulos e incidentes”, éste es el libro. Por cierto, en el capítulo de agradecimientos, el número sube hasta casi 70. David Attenborough baja del segundo al tercer puesto, que tampoco es un mal lugar.

El zoo humano no ha tenido la suerte de El mono desnudo. O dicho de otra manera: Está colgado en Internet y con la portada original de la edición de Plaza & Janés.  Por supuesto, la portada que aquí ofrezco es la del ejemplar que poseo.

Comportamiento íntimo

 Lo publicó en 1971 y no entiende la intimidad como muchos juristas, sino como la entiende un etólogo experto en zoología. Y las líneas que más me siguen influyendo de ese libro son:

 En este caso, me he limitado al estudio del animal humano, imponiéndome la tarea de observar lo que hace la gente: no lo que dice o lo que dice que hace, sino lo que hace en realidad.

 Eric Berne podría haber firmado esas tres líneas y es lo que le ha distinguido de muchos otros psiquiatras y teóricos de la comunicación.

Cuando tantas personas dan hoy tantas cosas por supuesto, estos tres libros de Desmond Morris demuestran la importancia de tener sentido de la realidad, porque no querer ver la realidad tal cual es lleva a grandes desastres.

Comportamiento íntimo tampoco ha tenido la suerte que El mono desnudo. Sí, ya os imagináis lo que voy a escribir ahora: Mientras una editorial no se decida a reeditarlo, está colgado en Internet.

Es que hay libros que el no quererlos reeditarlos equivale a intentar mantener un corcho en el fondo del agua.

 Las ventajas de los libros de Desmond Morris

 Una de las ventajas de los libros de Morris es que animan al lector a activar la parte más creativa de su personalidad. Hay autores que lo logran y hay autores que obturan esa creatividad, precisamente porque abruman con sus razonamientos unilaterales, puestos siempre al servicio de prejuicios y de odios. Otra, es que permiten detectar quién es un superficial que sólo dice banalidades. Sobre todo, resultan imprescindibles para quien esté interesado en la comunicación no verbal.

Pensaba escribir sobre este zoólogo/etólogo y pintor más adelante, pero me he adelantado porque me lo pidió el otro día Álvaro Marchante, que es seguidor habitual de mi Blog.

Ésta es la primera entrega sobre Desmond Morris, porque publicó muchos más libros, algunos de ellos espectaculares, a los que pienso dedicar otras entradas.

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